18/7/17

Yamila Greco. Poesía

Yamila Greco nació el 29 de agosto de 1979 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, la Argentina. Sus poemarios Sobrevivir es una curvatura (Casa Litterae Editores) y Respirar puede ser un fracaso (con prólogo de Daniel Rojas Pachas, Editorial Cinosargo, 2009) fueron publicados en Chile y en soporte electrónico. Ha sido incluida en las antologías Niños que se tragan la luna (selección de José Antonio Castillo Riaño y prólogo de Benjamín Valdivia, El Cálamo Editorial, México, 2009), Cadáver en mano (Visceralia Ediciones, Chile) y Verso a verso (selección y prólogo de César Melis, Editorial Dunken, 2008). Poemas suyos han sido traducidos al italiano, inglés y catalán. Para la revista-e mexicana Círculo de Poesía efectuó en 2009 la selección de poemas para Breve muestra de poesía argentina actual. Además de haber colaborado en numerosas plataformas de Internet, lo hizo en diarios y revistas de soporte papel: La Gualdra (suplemento cultural del periódico La Jornada Zacatecas), Casa del Tiempo (México); Fanzine Formidable, El Invisible Anillo, Nayagua, Pélago (España); Avatares (Colombia); Lilith (Argentina), etc.

Selección de poemas
II

 
La noche compite con la fuerza de la muerte,
transforma con insistencia los rasgos del alma.

Débil y derrotada como la piedra ante sí misma,
revela desiertos la luz a su figura.

Más allá de estas paredes,
el cielo pertenece a la catástrofe.
 
 
***
 
 
 
VI
 

Jamás el corazón tan apartado de su principio
cierra Dios mis latidos, rodeando los pulmones de verbo oscuro

la luz es una manifestación pendiente

Como un puñal caen los días, manos mediocres,
enloquecidas, cercando la destrucción

Nada es posible, lo sé, desde que me aproximé al Sol
y vi que se había rendido

desconozco ya como explicarlo,
si a mí misma me cuesta asimilar los espejos,

la miseria confesa en la expresión,
mi vida agotada en todos sus extremos

el frío inaudito dentro de este calor sobrehumano,
atormentada por volcar la sangre que me justifique

la esperanza, porque la muerte me señala
y parece acercarse la paz que no obtengo

finalmente, en este mundo, alguien en quien creer
cuando nadie me ayuda a calmar la noche

yo ruego, imploro, que la Tierra diga basta
aún hoy, faltando tan poco, basta.
 
 
****
 
 
XIII
 
 
Yo no canto, no grito, 
yo escribo

y qué llamado de auxilio puede ser posible en el silencio

Escribir es el silencio y éste es mi llamado de auxilio

Estoy tirada en un pozo,
el silencio, el auxilio.

Yo tiemblo, como si en esa convulsión,
las rocas cedieran para dejarle paso a la vida.
 
 
 
*****
 
 
XIX

 
Ni cielo alguno ni tierra.
 
Por qué sino las sombras protegen el manto de la vida,
calla su aversión la carne exhausta, el terror que la conforma.

Sucede la luz si las manos resbalan, su tejido y blanca certeza alimenta
su espalda, multiplica su yugo. El corazón no refleja más.

Llamar comprende sobras, polvo de los latidos perdidos,
la esperanza que no persiste ni se contiene.

Luego, vendrá el tiempo, el vacío extendido como un hueso a su llegada,
el día cuando nadie suceda por última vez.

Vendrá la noche, la hora previa al nacimiento, el Padre en todo oculto,
el lenguaje en su error desaparecido.
 
Otro nombre talla el infierno. La muerte, salvo crearla, 
atraviesa el desierto su principio, la cordura su borde.
 
 
 
******
 
 
XXXVI



Contrae la muerte su refugio de sombras

reaparece en los signos el horror contrariado,
un devenir fallado, calcado en la memoria.

De por sí, la noche finge porque escolta
el símbolo de un territorio devastado.

Carencia es la mano negando la reacción del espíritu
poblando la Tierra de formas ásperas, impracticables, 
como el corazón.


 
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XXXIX


 
Tenebroso y escondido, rechazado por la luz
mi corazón, colmado, asfixia

Nunca fracaso en la vida sino en el cuerpo,
la respiración derrochada, su límite agobiante,

separa el cielo de lo ajeno,
porque la indiferencia aterra y la soledad llama

Caigo, sin embargo, caprichosa y sedienta, 
a los pies de un alma que me obliga 

pero por más que las imágenes se multipliquen
y el mundo parezca habitado, la existencia, nunca

Dios tampoco, enemigo de todos, también de los muertos
que me esperan para atravesar la noche.
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++ info en la entrevista Rolando Revagliatti
http://margencero.es/almiar/yamila-greco/

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