19/2/17

Jordi Doce


No estábamos allí cuando ocurrió.
Íbamos de camino a otra ciudad,
otra vida,
bajo un cielo cambiante que se movía con
nosotros.
Cruzamos campos verdes, amarillos,
pueblos de gente suspicaz y cuervos impasibles,
y ni una vez echamos en falta nuestra casa
o sentimos nostalgia del pasado.
Así era el viaje:
por la noche silencio,
a la mañana niebla.[…]

"Suceso" (fragmento), de Jordi Doce.


El 13 de enero 2017 visito Valencia, Librería Primado para presentar:  “No estábamos allí.” Pre-Textos

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JORDI DOCE, Gijon. 1967
(POETA y Traductor) Navega entre la poesía, la crítica y la traducción…
dice J.P.:
“Creemos conocer a alguien, pero es solo aquello que responde a nuestra presencia. El otro, ¿quién es? ¿Lo sabe él mismo? ¿O se contenta con una aproximación, con un explicable cúmulo de manifestaciones? El otro es como tú: un ser reactivo. Su rostro varía según lo que observa, sus gestos tiemblan de distinta manera. Se siente más fuerte o más débil. Ve espacios más o menos abiertos. El otro es un lugar concreto de la humanidad, una ubicación que se adapta a la orografía de las presencias.”
Javier Puig, critico

DICE JORDI DOCE:  ‘He antologado mi poesía en Nada se pierde (Universidad de Zaragoza, 2015). Además de traducir la poesía de Auden, Blake, Anne Carson, T.S. Eliot, Ted Hughes, Charles Simic y Charles Tomlinson, entre otros, en prosa he publicado los cuadernos Hormigas blancas y Perros en la playa, y los libros de artículos y de crítica Imán y desafío, Curvas de nivel, La ciudad consciente y Las formas disconformes. Trabajo como editor de la colección de poesía de Galaxia Gutenberg.
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un poema de Jordi Doce:


Llamada

¿Quién llama en el silencio de la tarde?
¿Son las horas, tal vez, al deslizarse
sobre tu cuerpo como el agua,
como el agua que anhelas y te anhela
bajo el oscuro nudo de la luz?
¿O es acaso esa luz, que se debate
en el aire inflamado,
en el aire sin pulso ni reflejo que humea?
No, te equivocas.
Es tu cuerpo, el latido de tu cuerpo,
tan cerca de su centro
que la vida lo aturde,
como el arco y la diana
son uno y se confunden
tras la mano de sangre, tras el golpe de sangre
con que el asombro se dispara:
esplendor del suceso
que eres a cada instante.  

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