1/3/17

DIGÁMOSLO TODO.  David Eloy Rodríguez



Los poetas cocinan en sus dependencias terrestres
el caldo de la resurrección con aceite de revuelta,
mezclan los ingredientes a su antojo,
inventan recetas a partir de tratados antiguos.

Cada cual con su lastre de palabras heridas.
Cada cual con su sombra y su malentendido.
Cada cual con su cuerpo que envejece.

El humo del guiso sale por las chimeneas
de la casa del tiempo verdadero,
y, realmente, abre el apetito oler ese sabor.

Sin embargo, y también hay que decirlo,
es cierto que casi ningún poeta
tiene carné de conducir,
y a pocos les alcanza para pagar el alquiler.

¡Qué viejo y emocionante oficio!

Lastimados, lastimosos poetas:
condenaron sus sueños a la cárcel,
y sus sueños no querían ir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario