16/5/16

Anne Carson. Poeta. Canada

Anne Carson, Canadá, nacida en 1950

Oda al sueño
Piensa en tu vida sin el dormir.
Sin la losa del tiempo proscrito puntuando cada almohada, sin almohadas.
Sin la enorme cocina negra y la estufa hirviente donde arrancas trozos
de piernas y brazos de tu padre
sólo para verlos organizados en una frase
la cual -
sollozas con súbita alegría- te salvará
¡si puedes recordarla
después! Después,
poco queda salvo la
 épsilon verde pálida embalsamada entre 
mar y posa
pero ¿qué es eso con lo que retoca tus ojos?
En este momento se detiene el escalofrío.
Un escalofrío es un sirviente perfecto.
El amén de ella alivia.
“De hecho”, confiesa en una nota a pie de página, “fue
un error de impresión por
 mamut
Me duele saberlo.
Orificio de salida, dicen.
 


A pesar de su dolor, otro día

La niebla del río (7 am) se dispersa y comienza, se estremece y comienza
sobre las otoñales piedras del molino.
Restos de hojas resplandecen. He hallado mi cordura.
La evidencia (7 pm): ella toma sus medicamentos, yo doy un paseo por el río.
La rueda de molino huele a húmeda hoja
 
de maíz.
Detrás de mí (2:38 am) en la oscuridad del Motel Dorset oigo el clic del calentador
y a ella, que se despierta en el otro extremo de la ciudad
en un cuarto pequeño y cálido
aferrándose a un rosario que brilla en lo oscuro.
No importa qué se diga del tiempo, la vida va en una sola dirección,
es un hecho, y resplandece.
La niebla del río (7 am) es plata desollada
cuando amanece oscuro
el día de mi partida.
PELIGRO NO LEVAR NI ECHAR ANCLAS
dice el letrero justo en la orilla.
La no conciencia nos engulle.
Ella en la cama como ramita doblada.
Yo, como siempre, ida.
 


Ciertas tardes ella no atiende el teléfono
Febrero. Hielo por todas partes. Pueden sentirse distintas densidades del hielo.
Sus tonos -azul blanco marrón a gris-pardo plateado- varían.
 
Parte del hielo tiene grava en el centro o sombras en su interior.
Otra parte es lisa como una ladera, no podría sostenerte.
De pie sentirías que el viento se atenúa, se deshila.
Todo cuanto hemos deseado, se deshila.
Los pequeños no pueden sostenerse sobre el hielo.
Ni una carta ni un esbozo de letra pueden sostenerse.
Cegadoramente, lo que allí hay de mundo, quema.
Febrero. Hielo por todas partes. Pueden sentirse distintas densidades del hielo.
 


Sin puerto alguno
En la antigua lucha entre hálito y muerte, se nos concede un último sueño.
Aceptamos una oferta por la casa.
En la suma de las partes,
¿dónde están las partes?
En silencio (allí) aguardan hojas y ventanas.
Nuestro tendedero desnudo corta la inclinación de la noche.
Y en un lamento por el perdido atuendo de la luz celestial
ángeles y detritus pasan flotando frente a nuestra cancela aún cerrada.
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Entonces la puerta del corredor se cierra otra vez y el ruido desaparece

En el esfuerzo que uno hace por hallar su camino entre los contenidos de la memoria
(insiste Aristóteles)
es útil el principio de asociación:
«pasar rápidamente de un punto al siguiente.
Por ejemplo de leche a blanco,
de blanco a aire,
de aire a húmedo,
tras lo cual uno recuerda el otoño en el supuesto de que esté tratando de recordar
esa estación».
O suponiendo,
amable lector,
que no estés tratando de recordar el otoño sino la libertad,
un principio de libertad
que existió entre dos personas, pequeño y salvaje,
como son los principios, pero ¿cuáles son aquí las reglas?
Como él dice,
la locura puede ponerse de moda.
Pasar entonces rápidamente
de un punto al siguiente,
Por ejemplo de pezón a duro,
de duro a cuarto de hotel,
de cuarto de hotel
a la frase encontrada en una carta que escribió en un taxi el día que se cruzó con
su mujer
que iba caminando
por la otra acera, pero ella no lo vio, se dirigía
–así de ingeniosas son las combinaciones de ese estado de flujo que llamamos
nuestra historia moral acaso no son tan claras casi como las fórmulas matemáticas
salvo que están escritas en el agua–
al juzgado
a presentar los documentos para el divorcio, una frase como
qué sabor entre tus piernas.
Tras lo cual mediante esta facultad absolutamente divina, la «memoria de las
palabras y las cosas»,
uno recuerda
la libertad.
¿Es eso yo? grita irrumpiendo el alma.
Almita, pobre animal incierto:
cuidado con este invento «siempre útil para aprender y vivir»
como dice Aristóteles, Aristóteles,
que no tenía marido,
rara vez menciona la belleza
y es probable que de muñeca pasara rápidamente a esclava cuando trataba de
recordar esposa.

Versión de Ana Bacciu
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Por fuera su vida era buena


Números comparativos: 1874, Kant tenía
55 libros, Goethe 2.300, Herder 7.700.
Ventanas: Kant tenía una ventana en el dormitorio
que, para mantener alejados a los insectos,
siempre estaba cerrada. Las ventanas de su estudio daban al
jardín en cuyo extremo estaba la cárcel 
de la ciudad. En verano, las canciones
del coro de los reclusos entraban. Pidió
que el canto fuera sotto voce y con las ventanas cerradas.
Kant tenía amigos en
el ayuntamiento y se le cumplió el deseo.
Tolstoi: Tolstoi pensaba que si Kant no 
hubiese fumado tanto la Crítica de la
Razón Pura se hubiera escrito en un
idioma que se pudiera entender (de
hecho, fumaba una sola pipa a las cinco
de la mañana).
Números: Kant nunca cenaba solo. Era
malo para el espíritu. Según la moda de la
época, los invitados no debían ser más
que las Musas ni menos que las Gracias.
Kant tenía seis lugares.
Sensualismo: la cena preferrida de Kant
era el bacalao.
Regular tu naturaleza: Kant respiraba
sólo por la nariz.

Versión de José Luis Justes Amador 
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Sobre piedras para dormir


Camille Claudel vivió durante los últimos treinta años de su vida en un asilo, preguntándose por qué, escribiendo cartas a su hermano poeta, que había autorizado su internación. Venid a visitarme, decía. Recordad, estoy viviendo aquí con locas; los días son largos. No fumaba ni daba paseos. Se negaba a esculpir. Aunque le daban piedras para dormir -mármol y granito y porfirio- las rompía, recogía los trozos y los enterraba fuera de los muros por la noche. Por la noche sus manos crecían, más y más enormes hasta que en la fotografía parecen dos partes de otro cargadas sobre las rodillas. 


Versión de Daniel Samoilovich

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Ella 


Ella vive en un páramo del norte.
Ella vive sola.
La primavera ahí se abre como una navaja.
Viajo todo el día en trenes y traigo conmigo muchos libros—



algunos para mi madre, algunos para mí
incluidas Las obras completas de Emily Brontë.  
Ésta es mi autora favorita.



Además de mi temor principal, que tengo la intención de enfrentar.  
Cada vez que visito a mi madre  
siento que me estoy convirtiendo en Emily Brontë,



mi solitaria vida a mi alrededor como un páramo,
mi desgarbado cuerpo rengueando por los cenagales con una mirada de transformación
que muere cuando llego a la puerta de la cocina.
¿Qué carne, Emily, es la que necesitamos?

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Tres



Tres mujeres silenciosas en la mesa de la cocina.
La cocina de mi madre es oscura y pequeña pero del otro lado de la ventana  
está el páramo, paralizado con hielo.
Se extiende hasta donde alcanza la vista



a lo largo de kilómetros planos hasta un cielo blanco sólido no iluminado.  
Mamá y yo estamos masticando lechuga cuidadosamente.
El reloj de la pared de la cocina emite un bajo zumbido irregular que salta



una vez en el minuto justo de las doce.
Tengo a Emily pág. 216 abierta y apoyada sobre la azucarera  
pero furtivamente estoy observando a mi madre.



Miles de preguntas chocan contra mis ojos desde adentro.  
Mi madre está estudiando su lechuga.  
Paso a la pág. 217.



“En mi fuga a través de la cocina tropecé con Hareton  
quien ahorcaba una camada de cachorros  
desde el respaldo de una silla en la puerta. . .”



Es como si a todas nos hubieran bajado dentro de una atmósfera de vidrio.  
De tanto en tanto un comentario atraviesa el vidrio.  
Impuestos en el lote de atrás. No es un buen melón,



falta para los melones.
La peluquera del pueblo encontró a Dios, cierra la tienda cada martes.  
De nuevo hay ratones en el cajón de los repasadores.
Pequeñas bolitas. Mordieron  



los bordes de las servilletas, si supieran  
lo que cuestan las servilletas de papel hoy en día.  
Esta noche llueve.



Mañana llueve.
Ese volcán en las Filipinas otra vez activo. Esa que no me acuerdo el nombre  
Anderson se murió no Shirley no



la cantante de ópera. Negra.  
Cáncer.
No estás comiendo tu guarnición, ¿no te gustan los pimientos?



Por la ventana puedo ver hojas muertas que atraviesan las tierras planas  
y residuos de nieve herida por la mugre de los pinos.  
En el centro del páramo



donde la tierra desciende hacia una depresión,  
el hielo ha comenzado a abrirse.  
Llegan aguas abiertas y negras



cuajadas como la ira. Mi madre habla repentinamente.  
Esa psicoterapia no te está ayudando tanto, me parece.  
No lo estás superando.



Mi madre tiene esa manera de resumir las cosas.  
A ella nunca le había gustado Law
pero le gustaba la idea de que yo tuviera un hombre y que continuara con mi vida.



Pues él es de los que toman y tú de las que dan espero que funcione,  
era todo lo que dijo después de haberlo conocido.  
Dar y tomar eran sólo palabras para mí



en ese momento. Nunca antes había estado enamorada.  
Era como una rueda que bajaba rodando una colina.  
Pero temprano esta mañana mientras mamá dormía



y yo estaba abajo leyendo la parte de Cumbres Borrascosas
donde Heathcliff se aferra a la celosía durante la tormenta sollozando  
¡Entra! ¡Entra! al fantasma del tesoro de su corazón,



caí de rodillas sobre la alfombra y también sollocé.  
Ella sabe cómo ahorcar cachorros,  
esa Emily.



No es como tomarse una aspirina, sabes, le respondo débilmente.  
La Dra. Haw dice que el duelo es un proceso prolongado.  
Ella frunce el ceño. ¿Y qué se logra



con todo ese remover el pasado?  
Oh—extiendo las manos—
¡Yo me impongo! La miro directamente a los ojos.  
Ella sonríe. Sí lo haces.

Versión de Eugenio Polisky


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Si el cuerpo es siempre profundo pero es aún más profundo en la superficie.

Si los condicionales son de dos tipos reales e hipotéticos.

Si estás empujando, empujando y luego comienza a arrastrarte.

Si la policía en esa ciudad quemase las manos de la gente con un soplete.

Si (cuerpos) muy oscuros o rojizos nadan allí.

Si después ella se sentara como haría una persona mayor, sin los pantalones puestos, confundida.

Si te adentras, si excavas, si te arriesgas a reconstruir.

Si el punto que durante años ha sido alimentado se aviva un poco.

Si la figura sentada empezara con una idea de interrogación.

Si hubiese una calidad de luz eléctrica muy fuerte.

Si tuvieses la idea de la interrogación.

Si la interrogación es un deseo de conseguir información que no se da ni se ofrece libremente.

Si enterrada sin dejar casi huella en lo oscuro de su energía sedente, dentro de tu cuerpo hay otro cuerpo a la deriva.

Si al principio sonara como lluvia.

Si tu defensa es perfecta fueron los árboles después de todo los que se alejaron.

Si los objetos no son sólidos.

Si no hay caras, si lo que tú interrogas no son caras.

Si el rojo te hace pensar en la suerte o en cómo opera la suerte.

Si los pies se cruzan de modo que se escurre, escurren (Cristo) las analogías.

Si como dice Artaud quien no huele una bomba cocida y un vértigo comprimido no merece estar vivo. 

Si eliges qué deshacer, si sabes cómo tomar esa decisión.

Si la conduces hacia el agua.

Si le ofreces un regalo digamos un pensamiento de Pascal.

Si le das “fracciones infinitas de soledad” (Nabokov). 

Si le da un poco de Artaud como “todos los escritos son mierda todos los escritores son cerdos”.

Si los condicionales son de dos clases posibles e imposibles.

Si ella se aleja deslizándose, si tú lo haces.

Si el rojo es el color del cliché.

Si el rojo es el mejor color.

Si el rojo es el color del dolor del arte.

Si Artaud es un cliché.

Si los artistas te dicen que el arte es anterior al pensamiento.

Si quieres saber cosas como dónde está exactamente esa pierna.

Si los caballos estuviesen agotados.

Si ella suplicara, si viniera a la mesa, si la secuencia no importa.

Si comienza, un hilillo, este fino y lento gotear de la mente.

Si quieres saber por qué el escurrirse afecta tus nervios.

Si quieres saber por qué no puedes alcanzar tus propias ideas bellas.

Si en cambio llegas al borde de lo pensable, que se filtra.

Si detienes las filtraciones con condicionales.

Si los condicionales son de dos tipos reales e irreales.

Si nada permanece.

Si ella espera junto a ella misma.

Si Miroslav nos advirtió del exceso de inteligencia de los animales de laboratorio. 

Si cuidar de ella es la noche.

Si un enigma entrara en la habitación.

Si todos los demás enigmas lucharan por salir.

Si fuera de aquí la luz huyera de las copas de los árboles que se alzan sobre un muro de ladrillos de enfrente.

Si los condicionales son de dos tipos ahora es de noche y todos los gatos son pardos.

Si todas las víctimas de David exceden por decenas de miles a todas las víctimas de Saúl.

Si ellos no sienten el dolor igual que nosotros.

Si condujeras hasta aquí con juguetes en el asiento trasero.

Si escribieras una palabra en el suelo de la celda con gotas de agua y la videograbaras mientras se seca.

Si Vitrubio dice que ningún templo puede ser construido de manera coherente a menos que se arme exactamente como un cuerpo humano.

Si el rojo es el color de la letra cursiva.

Si la letra cursiva es una tentación para el pensamiento.

Si Freud dice que la relación entre mirada y lo que se desea conlleva seducción.

Si Vitrubio no habla sobre desmantelar los templos pero podemos suponer que el mismo canon es válido.

Si la seducción no está al servicio de nadie.

Si los condicionales son de dos tipos seducidos y despiertos.

Si no importa cómo te sostienes sobre uno no puedes ver al otro, no puedes rozar la médula del sueño, no puedes leer lo que era esa palabra.

Si “hipotético” aplicado a los condicionales quiere decir que la prótasis es falsa.

Si (por ejemplo) “no hubieras destruido el barómetro esto nos hubiera prevenido” implica que ahora estamos en medio de un temporal.

Si de hecho es una noche clara yo diría que casi implacablemente clara.

Si el condicional viene antes de condimento y condolencia. 

Si no quieres recordar qué palabra era.

Si tu vida te desorienta (vida taimada).

Si la lluvia azota tu cara como las crines de todos los caballos de este siglo.

Si los condicionales son de dos tipos inscritos y dónde puedo escribir esto.

  
versión de Jeannette L. Clariond


Fuente:
El mundo incompleto.
Ginebra magnolia.

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