21/6/11

Benet Rosell en Fem Paralel

Ha realitzado más de un centenar de exposiciones personales: en Barcelona ha expuesto en lugares como la Fundació Miró (1984) o La Virreina (1996); en París en numerosas galerías; en Madrid, en Nueva York, en Luxemburgo y en Lleida. Su presencia habitual en exposiciones colectivas le sitúa entre los artistas catalanes más representativos de su tiempo.

También ha realizado incursiones en el ámbito de la escultura pública: en Lleida con “Arbre Paer”,1997, Plaça del Seminari Vell; “L'Ametlla com balla”, 1999, Plaça Escorxador;
y “Una Salut de Ferro”, Hospital Arnau
de Vilanova. En
 Palma de Mallorca “Gàbia de l'airecel”, 1999, Centre de Cultura Sa Nostra; y en Barcelona “Tir al món amb mar de fons”, 2001, Estación de Metro Canyelles.

Amante de la palabra, gran contador de anécdotas, ha publicado “Microteatre u”, Ed. Èczema (1982) y
“Road Poetry”, una antología de su obra poética (Pagès eds., 2001). Ha colaborado con escritores como Joan Brossa o Manuel Vázquez Montalbán, y con cineastas com A. Fulchignoni o A. Verdaguer.

Benet Rossell, artista

Su trabajo creativo se mueve entre una gran variedad de disciplinas: poesía visual, dibujo, pintura, grabados, instalaciones, escultura, media arte, videoarte y performances. La suya es una práctica creativa en la que confluyen la caligrafía y la escritura; un lenguaje que crea un repertorio infitino de signos, gestos, figuras, temas, formas antropomórficas y zoomórficas que continuan profundizando en la constante de su obra: la búsqueda de espacios pictóricos, simbólicos y narrativos.
También ha sido director de arte de diversas películas y cortos -la mayoría de Francesc Betriu, leridano como él-. Ha expuesto en París, Londres, Nueva York, Madrid y naturalmente Barcelona, donde inaugurará en Junio de 2010 una exposición personal en el MACBA que incluirá una instalación titulada "Paral.lel, Paral.lel", con El Molino como protagonista. Vive en el Raval y tiene su estudio en la calle Roser, en pleno centro de Poble-sec. 

Benet Rossell nos recibe en su estudio, a 150 pasos de El Molino. Nos dice que siempre ha estado ligado a él, no sabe cómo: "es un signo constante y premonitorio de mi vida, que seguro que significa algo: en París vivía al lado mismo del Moulin Rouge, en Madrid tenía el estudio a 200 metros de El Molino Rojo, local que ya no existe... Es una coincidencia vital”.

Benet Rossell es un hombre modesto, un poquito introvertido, con un hablar pausado y preciso.Se define a sí mismo como un "trotamundos del conocimiento" -no en vano lo ha buscado por medio mundo-, autodidacta en el arte -aunque admira a muchos artistas no tiene a ninguno como maestro-, nos confiesa que puede aprender del gesto de un peatón, de una goma abandonada incívicamente en una acera que dibuja un infinito, de la caligrafía efímera de unos bailarines de tango, de la luz inagotable del Montsec...
De su Àger natal fue a estudiar a Tremp, y desde allí a la convulsa Universidad de Barcelona de los años 50, donde estudió Derecho. Participó en el encierro en Paraninfo de noviembre del 57, pero remarca: "mi exilio no fue político, fue más bien interior. Fui a París buscando aires más propicios para el conocimiento. El París de aquella época era la ciudad hegemónica del arte, como ahora lo es Nueva York. Durante años tuve allí un pequeño taller, el doble de grande que mi maleta -nos dice con una sonrisa-; París me servía de cuartel general y desde allí viajaba a Londres, Berlín, Madrid o Nueva York”.

Uno de sus viajes le llevó a la India. Era el año 1967: “trece meses viajando solo, en la India de los yoguis y de los grandes músicos. Estuve en el Ashram de Sri Aurobinindamas, conocí aKrisnamurti, Vinoba Bhave, discípulo de Ghandi, e incluso coincií, en un bazar de Katmandú, enNepal, con Sir Edmund Hillary” -el primer alpinista que subió al Everest, en 1953, acompañado del sherpa Tenzing Norgay-.

Benet Rossell es un artista interdisciplinario y en la India se apasionó por la música.“Estuve unos meses con el gran Pandit Pran Nath. El maestro Pran Nath -años después lo he reconocido como mi maestro de música- fue uno de los grandes músicos de la escuela de música kirana gharana. Años después (1972) se estableció en Nueva York y creó el “Kirana Center for Indian Classical Music”, por donde pasaron los grandes de la música contemporánea norteamericana: La Monte Young, Zazeela, Charlemagne Palestine, Douglas Leedy, Don Cherry, Lee Konitz, Michael Harrison, Catherine Christer Hennix o Simone Forti. En Oriente el conocimiento pasa del guru, el maestro, al discípulo: esto no pasa en Occidente, donde cada vez más los maestros pierden valor y son matratados. Durante sus viajes coincidió en Nueva York con Jonas Mekas, uno de los máximos exponentes del cine experimental norteamericano, o Robert Coover, el escritor de culto de los EE.UU.; en París con los críticos y teóricos del arte de la época y con personalidades de la vida cultural, como el poeta, periodista y crítico literario de arte cubano Severo Sarduy; con los artistas del momento como Boltanski, John Cage, o tres jóvenes catalanes: Miralda, Rabascall y Xifra, las otras tres piezas de lo que Cirici Pellicer bautizó como “Los catalanes de París”, y con una larga lista de personajes que conformaron el arte, en el sentido más global, de los años 70 y 80".

Pero volvemos a Barcelona y al Paralelo... nos cuesta, ya que la experiencia vital y artística de Benet Rossell nos abruma.

“Con el esfuerzo de mis padres pude venir a Barcelona a estudiar... Mi suerte fue descubrir que un compañero del Instituto Balmes era el huérfano del contable de El Molino, y que cada semana me pedía que le acompañase al local, donde la mítica Doña Fernanda le daba un misterioso sobre, donde supongo que había algo parecido a una pensión, y a continuación nos invitaba a entrar, con 17 años, a El Molino : uauuu!! También descubrí haciendo de "claca" que en los teatros podía entrar gratis, y se me abrió un mundo nuevo”.

Su estudio de la calle Roser es fruto de lo que Benet llama "premonición molinera”.“Seguramente mi estudio era un antiguo huerto: hay un poco en los bajos, que he restaurado y convertido en un poema objetual titulado "Poblesec": he puesto una bomba, desactivada, de la guerra civil: una de las muchas que no llegaron a explotar... un homenaje a todos los hombres y mujeres del barrio y de toda Barcelona que murieron en los bombardeos, un homenaje también a los que construyeron los refugios antiaéreos, de los que en el barrio tenemos un magnífico ejemplo. Poble-sec es un barrio que siempre me ha gustado y donde me he sentido cómodo. Es un barrio que tiene una vida autóctona, mezclada con la gente que ha venido de fuera: es un barrio transversal -y continua con su hablar pausado-. Una tarde, cuando me dirigía al taller, pasé por delante de El Molino y en los contenedores que había justo al lado me encontré un montón de telones: los recogí y los he conservado. Aquel acto vandálico me hizo revelarme y empecé a pensar en hacer una obra dedicada e inspirada en el Paralelo, en El Molino. Desde un balcón de la calle Roser, en casa de unos amigos, he ido filmando el proceso de derribo y reconstrucción del teatro. Con eso y con otros elementos haré una instalación en el MACBA, que se inaugurará en Junio. La quiero titular "Paral.lel, Paral.lel". El Molino es el símbolo de lo que fue el Paralelo en el ámbito de la diversión y la transgresión en épocas convulsas, trágicas y grises, y mi instalación, que apunta a una continuidad en el tiempo, es una forma de expresar que para mí el Paralelo ha perdido su identidad pero conserva su historia, que ningún contenedor podrá silenciar. No soy un intelectual -nos dice-, soy un artista y quiero expresar cosas púramente artísticas, y desde esta perspectiva quiero reivindicar una Barcelona genuina, que no imite fórmulas foráneas, una Barcelona creativa, abierta y transversal, sin nostalgias, que apueste por la calidad a largo plazo y se replantee el modelo actual tan banal y aburguesado -afirma contundente, y sigue-. Percibo un cierto desencanto vital de la ciudad y del país, y contra estos males sólo veo una solución: una implicación activa de la ciudadanía. Yo no soy derrotista, creo en las personas con principios, en el conocimiento, y con esfuerzo e inteligencia ¡todo es posible! Todo esto es lo que me impulsa a seguir de cerca iniciativas, como la vuestra, igual que un notario de su tiempo que observa, investiga, asocia elementos aparentemente dispares para evocar la realidad que percibe y ponerla al alcance del espectador, el cual, sin duda, sacará sus propias conclusiones.
Con esta charla podríamos llenar páginas y páginas... y todo eso dicho por un artista de renombre, un hombre sencillo que vive en el barrio, que podría vivir en el Soho, en Chelsay o en Montmartre, pero no quiere: prefiere nuestra ciudad, para la que quiere recuperar su carácter genuino y su autenticidad.

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