1/2/11

Javier Codesal. Codex de Poetas


Javier Codesal nació en Sabiñánigo, Huesca, en 1958. Su trabajo incluye, además de la poesía, la fotografía, el cine y el vídeo. Feliz humo, del cual se publica aquí la tercera y última sección, fue publicada por Periférica (Cáceres, 2009). Esta misma editorial acaba de publicar Dos películas, que incluye dos cortometrajes de Codesal, una entrevista y su ensayo "Cine y sentimiento".

Feliz humo
2004


La frontera
levantada con sacos vacíos
realmente no delimita
Allí mismo convive el ruido
de una multitud que la ignora

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Algo normal en la vida diaria
Sobre la mesa unas notas qué
comprar cuánto cuesta las direcciones
del hermano junto a sobres vacíos
Mantas zapatillas y medicinas

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Los timbres
tetillas secas
dicen su texto en voz alta

Un detalle contradice este dolor
desde las teclas de los mandos sin pilas

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Al pisar por la habitación
granos de sal chirrían contra la suela
Cada pocos minutos un acceso de tos
pone en pie otro rechazo
el aire quiere estar solo
El picor en la nuca preludia uno mayor
un palmo más abajo de la rodilla
Ruidos tras la puerta
y allí no hay nada
Lo blanco de la pared se quema
como buen hijo de la luz

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Mudos a la hora de comer
dos tenedores compiten en romper el ritmo
si éste sube baja aquél

El alimento nunca sufre esos combates
nuestro apetito lo salva
su destino final lo libra

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Fui al cine y en la pantalla
cada palabra de los subtítulos me devolvía
los acentos del sonido que amaba mi alma
Las voces de los actores no daban esa impresión
tan grata

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La casa vacía es más blanda y como un
cuerpo abandonado se multiplica en seres
Muebles gordos chocan entre sí y
con las abombadas paredes hasta que
los pasillos se atoran y cae la luz
Que una casa maciza sustituya a la hueca
compensa el progresivo adelgazamiento
que hizo líneas de sus músculos
y ceniza sus huesos

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Libre de la palabra
dicha y sus fuentes
los sonidos sueltos
Libre de hacer
y de unas manos
eficaces
Su busto abarca
una materia
más sutil que el átomo
Traza curvas
giros completos
libres de movimiento

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Está despierto en los sueños
En ése o el otro amigo dormido
irrumpe con la soltura de cualquier tarde
de hace unos meses por teléfono
Episodios que nos permiten tenerlo aquí

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Fatigado como estaba
sólo revolver con la cuchara le hacía jadear
no olvidó nunca los pasos del baile
con que solía pasear la calle Delicias
y otras más agrias

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Ya tenía lomos
de libro viejo
Bajo la mano que repasara sus pliegues
se oía el seco chasquear
de porciones de sangre que avanzaban unos milímetros
por un sistema de lagos
Una pequeña reserva de agua
le nutría los ojos
Y algo flexible afloraba
perfumando la mano
cuando se aplastaban sus costillas
o la zona lumbar

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Su enfado se parecía al bulto
de la leche al hervir
Olía a carne

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Qué privilegio
para los jardines
acomodarse a sus manos
cuando hundían la azada
y apretaban después
a puñadas la tierra
recién sembrada

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Brazos largos
de casa a casa
gruesos y lisos
con unos pocos
vellos rubios
humeantes por
el calor suave
de la ducha

Brazos apenas
huesos
sólo templados
aunque el día
calienta
Su misterioso
andar pasivo
de barco a vela
y su piel
independiente
del músculo

Mil novecientos noventa y seis
O antes

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Es tan fina la coraza de agua
que protege al hueso
que un solo día de calor la arruina
El ramito de tubos blancos
expuesto entonces a la luz
va retorciéndose lentamente
en espirales blandas
como un plástico horneado
Sumergirlo en un baño
o escupirle toneladas de sangre
nada arregla
ni pronunciar frases acuosas

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Cuando se dice no pasa nada
tal vez un vientre a un lecho
se juntó o se trizaron
unos dedos
Y tampoco pasa nada
esto es lo grande
si termina tu
tiempo

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Alguien cobarde se arrima mucho a los vacíos
de los tazones limpios y las bañeras secas
y al sueño cuando logra olvidar su contenido
Ama la muerte porque en ella no hay riesgo
cuerpo restado a cuerpo es cuerpo
Lo cobarde me conduce del brazo
a un almacén donde las tablas de las mesas
también son puertas sin retorno

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Siempre es un niño lo muerto
En la báscula no pesa más que uno de nueve
o diez años el cuerpo sin aliento de un adulto
El peso del cadáver se divide
potenciado hacia múltiples centros
Imposible medirlo o cargarlo
ni comprender
sus formas inmaduras y plenas
de alegre bulto recién nacido

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Hacia un lado se reclina la cuesta
como para frenarse
y quienes la bajan deprisa
terminan tumbados en aquel seno
Así durante años

Un espesor de cuerpos
piel con piel
trama un asfalto nuevo

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Primero pudrir
luego germinar
El cuento es leído en voz clara y alta
ante atentos hijos Pudrir y germinar
De reojo se miran las uñas para saber si acaso
ya comenzó el primer tiempo

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La cabeza a ras de tierra
en el punto de choque de la luz con el suelo
espía el contacto
¿No marea la atmósfera cuando está toda encima
y dan ganas de entrar
en las grutas del barro?

Lo que vivo se dispersaba
busca en el fondo reunión

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Trazar un círculo
abrazando a otro círculo
que ahoga uno interior
en cuyo centro hay más
círculos comprimidos
Paciencia de árbol
Repite
el primer asunto
que no quiso olvidar

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El silencio
se va asentando en todo lo suyo
desde el nombre a los sorbos
de su nombre en boca
de sus amigos

En silencio quiere decir quieto o
es deseo del silencio estar quieto

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Eterno
listo en la mesa
el zumo de raíz
de la mañana
Comienza el primer trago
Su boca enorme de aprendiz
se continúa en arcos frescos
calados de humedad y brisa
Bebe como soñamos nosotros
en absoluto silencio

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Brazos en gránulos y piernas
de azúcar negro
Los gritos de los niños y los golpes
de los obreros
resuenan en sus migas
La luz lo toca y lo dilata
Exactamente igual que antes
manos o amor le conmovían

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El agujero en la pared
casi a la altura de las tejas
deja salir un tronco respirable
humo feliz
Es que el fuego no pudo con todo

Y el hombre resucitado
suelto en el aire
planea sin motor ni alas
limpiamente sobre su pecho

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¿Transformo la humillación recibida
la dada el abatimiento corruptor?

Tal rotura deshace la tiranía
a los pies del hombre cerúleo

¿Qué debía olvidarse o a quién
bajo tierra? La blancura
borra el contorno de los transeúntes
la niebla busca hueso y ojalá
nunca lo encuentre

¿Sólo olvidando los sabores disueltos en leche
distintos cacaos a cuál más amargo
renovaremos el músculo del placer?
O es suya la tristeza que desata la cuerda


Javier Codesal. Poema del libro inédito “Un eclipse no se elige”.

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