30/3/10

Juan Eduardo Cirlot. Codex de Poetas



Poeta español nacido en Barcelona en 1916.
Es uno de los más brillantes poetas de la postguerra española, cuya obra ha sido apreciada tardíamente en toda su valía.
Interrumpidos sus estudios de música por la guerra civil, entró en contacto con el surrealismo y simbolismo a partir de 1940. Trabó amistad con André Breton y formó parte del grupo "Deu al Set" creado por Joan Brossa en 1948.
Su sólida educación musical lo convirtió en crítico de música para La vanguardia, donde también escribió artículos de cine.
Su actividad poética más intensa tuvo lugar entre 1960 y 1972.
Es autor de una obra muy extensa en el campo artístico: «Diccionario de ismos» en 1949, «Introducción al surrealismo» 1953, «Cubismo y figuración» 1957, «El informalismo» 1959 y su importante «Diccionario de los símbolos» 1974.
De su obra poética se destacan: «En la llama» 1945, «Cordero del abismo» 1946, «Ochenta años» 1951, «El palacio de plata» 1955, «Lilith» 1949, «44 sonetos de amor» 1971 y «Bronwyn» 1966-1971. Falleció en 1973.
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67 Versos en recuerdo de Dadá

El uno se arrodilla dulcemente
el dos tiene las trenzas de papel,
el tres llena de plata los triángulos,
el cuatro no solloza,
el cinco no devora el Firmamento,
el seis no dice nada a las serpientes,
el siete se recoge en las miradas,
el ocho tiene casas y ciudades,
el nueve canta a veces con voz triste,
el diez abre sus ojos en el mar,
el once sabe música,
el doce alienta lámparas,
el trece vive sólo en los desvanes,
el catorce suplica,
el quince llama y grita,
el dieciséis escucha,
el diecisiete busca,
el dieciocho quema,
el diecinueve sube,
el veinte vuela ardiendo por el aire,
el veintiuno cae,
el veintidós espera,
el veintitrés adora los vestidos,
el veinticuatro sabe matemáticas,
el veinticinco magia,
el veintiséis amor,
el veintisiete guerra,
el veintiocho estrellas,
el veintinueve luna,
el treinta tiene garras de cerezo,
el treinta y uno flota,
el treinta y dos destruye los anillos,
el treinta y tres anula los espacios,
el treinta y cuatro ruge,
el treinta y cinco vive lejos,
el treinta y seis conoce la amargura,
el treinta y siete fulge,
el treinta y ocho baja,
el treinta y nueve quiebra torres,
el cuarenta se expresa,
pero el cuarenta y uno tiene páginas,
donde el cuarenta y dos halla su espejo,
donde el cuarenta y tres se desmenuza,
en el cuarenta y cuatro anidan tigres,
en el cuarenta y cinco monumentos,
en el cuarenta y seis hay una espiga,
en el cuarenta y siete distracciones,
detrás vienen cuarenta y ocho pensamientos,
cuarenta y nueve signos,
cincuenta cruces,
cincuenta y una lágrimas,
cincuenta y dos mujeres,
cincuenta y tres desiertos,
cincuenta y cuatro pianos,
para cincuenta y cinco partituras,
para cincuenta y seis sonidos,
cincuenta y siete soles,
cincuenta y ocho perlas,
cincuenta y nueve bocas,
sesenta muertes,
sesenta y una llagas,
sesenta y dos pirámides,
sesenta y tres adioses,
sesenta y cuatro diccionarios,
sesenta y cinco sentimientos,
sesenta y seis recuerdos,
sesenta y siete flores.
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En tus muslos de rosas y de arena
En tus muslos de rosas y de arena
la lontananza grave de mi sino,
el desatado mar de mi destino
sabe la claridad y así la ordena.

En tu torso que el sol desencadena
adoro la ascensión a lo divino
y en tus brazos de luz a mi camino
desolada se vuelve mi condena.

Tu cuerpo inaccesible contra el cielo
abre sus cataratas insondables,
sume todo mi ser en la agonía.

Tu cuerpo incandescente como el hielo
expande en lo desnudo innumerables
halos que son lo cerca en lejanía.

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