22/1/10

David Eloy Rodriguez. Codex de Poetas

APARICIONES FUGACES DE PRODIGIOSA DURACIÓN

Súbditos de regiones clausuradas,
lejos de la verdad
de cada cosa,
malgastamos el tiempo en este exilio
en el vano país
de lo evidente:
esta enorme prisión,
este baile deshabitado.

Pero un niño secreto vive
bajo todas las máscaras.

A veces asoma su sed
yugular, descubre sus ojos primordiales,
y nos reconocemos:
vislumbramos en su inocencia libertaria
qué somos, quiénes.
La vida ocurre entonces:
hallazgo, sentido, reunión,
certeza de ser, la justicia
de una respiración tan verdadera
en los resucitados.

Ese niño secreto
se asfixia en la maleza de ilusiones,
se araña en signos huecos, mentirosos,
es por eso que nos implora
y susurra al oído su plegaria
como si nos dictase
la letra de canciones imposibles:

Habría que esquivar la muerte,
sus fauces tan abiertas,
vivir las horas
en crudo, de asombro en asombro.
Habría que nacer, darse a nacer,
tener la audacia
de aquiestar en el mundo,
probar a lo que sabe algo sin nombre,
apoyar las dos manos en su vértigo.

Sólo somos si somos aventura.

Sólo lo fugitivo permanece.


Pero no escuchamos bien qué dice
-hay quizás demasiado ruido-
y no entendemos nada, nada.

¿Lograremos hoy el milagro
de la revelación de la materia?
¿Arribaremos absolutos,
íntegros, a los otros?
¿Podremos hoy vencer los miedos
y ver más claro, hacer verdad?

Casi todo nos pasa inadvertido.

Un niño prisionero se hace sangre.


Del libro Asombros [colección Carne y Sueño, César Sastre Editor, 2006]
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COMO SI EL TITANIC PAGARA AL ICEBERG

I
No confíes en los perros
de los cazadores.
Tienen los huesos negros.
No corras a besar
sus colmillos.
Tú eres la presa.

II
No te dejes seducir por el miedo.
Paraliza. Aquieta la sangre.
Acalla las ganas.
No te dejes seducir por el miedo.
Es fácil, es injusto.
El miedo es su número,
su fuerza, su golpe.
El miedo deja cardenales.
El miedo cansa.
El miedo es un vampiro:
no le ofrezcas tu cuello,
tu tiempo, tu sangre.

III
Somos perros apaleados.
Somos, nosotros también,
los perros de los cazadores.
Ten cuidado. Puedes matar.
Puedes volverte contra los tuyos.
Puedes morder tu propia carne.

IV
Trabajo en una mina de frío.
Me encierro en una casa
sin puertas ni ventanas.
Mi silencio es un bloque de hormigón.
Soy ahora cómplice y traidor,
soy mi propio verdugo.
Soy una casa deshabitada.

V
No te pongas de rodillas
salvo por piedad.
No huyas
salvo por piedad.
La piedad es la única ventana
para ver amanecer.

del libro "Miedo de ser escarcha (Sevilla, 2000)

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