30/10/07

Patricia Piccinini en Artium



El Museo Artium de Gasteiz presenta el emocionante bestiario bio-tecnológico de Patricia Piccinini.
En 1997, ví aquella extraña imagen de un ratón con una oreja en la espalda en las noticias de la noche. Era muy extraño, trágico y asombroso a la vez. Investigué un poco y eso me llevó al emergente campo de la ingeniería del tejido”.
Este fue el punto de partida de “Prottein Latice”, una serie de fotografías y vídeo en las que el fragilisimo roedor, reproducido en silicona, aparece retratado junto a hermosas mujeres en actitud maternal. Y una de las piezas clásicas de Patricia Piccinini que, junto con otras igualmente emblemáticas, forman parte de (tiernas) criaturas, la exposición con la que el Museo Artium de Gasteiz nos introduce en el extraño bestiario bio-tecnológico de esta artista singular.
El ratón que dio origen a “Prottein Latice” había sido creado por unos científicos de Massachusetts apenas dos años antes. Fue objeto de encendidas críticas desde los sectores más dispares y con el tiempo, se ha convertido en un paradigma de la cuestión ética en la ingeniería genética, un campo científico en silenciosa expansión que aplica la manipulación de la vida para los usos más variados: alimenticios (como hacer manzanas más verdes o pollos más gordos), médicos (como tejidos y órganos de repuesto) o especulativos (como la oveja Dolly).
Si el mérito de un artista es aportar un punto de vista diferente sobre la realidad, desde luego Piccinini lo consigue. Porque con su lenguaje narrativo y familiar y el uso que hace de soportes artísticos convencionales como el dibujo, la fotografía digital, el vídeo o la escultura, sugiere un marco de interpretación poco frecuente en la bio-tecnología. Ancladas firmemente en el territorio de lo emocional, sus fabulaciones desplazan el cuestionamiento ético hacia las labores de cuidado de estas nuevas generaciones de criaturas manipuladas con las que estaremos obligados a convivir en un futuro cercano.
Estoy especialmente fascinada por las consecuencias imprevistas, el material que no queremos pero al que, de algún modo, debemos acostumbrarnos. No hay ninguna pregunta sobre si habrá o no resultados indeseados; a mí me interesa saber si seremos capaces de amarlos o no”.
“Prottein Latice” fue su primera incursión en este delicado territorio. Después vino la serie fotográfica “Science Story” que imagina a una pareja de científicos en su laboratorio, entre fascinados y perplejos ante las posibles consecuencias de sus investigaciones. Y la popular escultura “The Young Family” que reproduce a una hembra híbrida entre simio y cerdo mientras amamanta a su prole, creados todos ellos con el fin de proporcionar órganos de repuesto para los humanos.
Creo que la idea de nuestra animalidad compartida es patente en mi trabajo. ¿Cómo podemos dar vida a esta preciosa criatura sólo para matarla? ¿Cómo nos sentiríamos si ella o su prole llevaran el corazón que tu hijita necesita para vivir?
También se pueden ver en Artium algunas obras que dan vida a los “Nature Little Helpers”, una especie protectora concebida para gestar a las crías de wombats, aves australianas en peligro de extinción. Estos pequeños ayudantes de la naturaleza, con sus dos hileras de bolsas dorsales en la espalda, reciben el nombre de surrogates -sustitutos- y en las fantasías bio-futuristas de la artista podrían convertirse en los cuidadores ideales de cualquier tipo de ser vivo dependiente, incluidos los humanos. En “Undivided”, un niño de corta edad aparece apaciblemente dormido junto a su cuidador, una surrogate hembra embarazada. Mientras que “Roadkill” muestra a otro surrogate -o quizás el mismo- arrollado al borde de la carretera cuando, habiendo cumplido la función que le ha sido asignada, su extrema adaptación le hace entrar en conflicto con los humanos.
Piccinini llega lejos en su exploración de las diferentes formas de vida y los límites culturalmente aceptados entre naturaleza y artificio. Sus piezas sobre seres automotrices como “Cyclepups” o “Car Nuggets” muestran camiones bebés, motos que cuidan de sus crías y familias de vehículos que pasan la noche juntos en un parking .
“Parece obvio que un coche es algo artificial pero yo podría argumentar que para mí es mucho más natural que un caballo, dado el tiempo que paso en coche. De hecho, el caballo es producto de miles de años de intervención humana en forma de cría selectiva. Seguramente eso no lo hace menos artificial que un coche”.
Pero aunque las referencias al Frankenstein de Mary Shelley puedan parecer obvias, la obra de Puccinini propone un imaginario radicalmente opuesto. Sus criaturas no constituyen una amenaza, no son violentas ni se rebelan contra su creador. Al contrario, le ofrecen una posibilidad de afecto, cuidado y descubrimiento mutuo, de amor, empatía y responsabilidad. Coordenadas que no suelen estar presentes en las fantasías futuristas y que, como señala Donna Haraway en el texto de presentación a la muestra, sitúan a esta creadora en la radical línea experimental de la ciencia-ficción feminista. Como Haraway, Piccinini también es australiana. Y como ella, observa las fronteras temporales entre pasado, presente y futuro con una perspectiva integradora y sosegada, inspirada por las culturas aborígenes de su país. A diferencia de las sociedades cristianas, en las que el paso del tiempo posee connotaciones algo traumáticas, siendo el presente apenas una bisagra temporal entre un pasado que desaparece y un futuro que siempre está más allá, las culturas primitivas perciben la temporalidad como un todo unitario en el que convergen las vidas de muchas generaciones. Y así, asimilando el progreso tecnológico con las prácticas de los colonos blancos en Australia, Piccinini sueña con lo que Haraway denomina “una ética de descolonización”, llamada a sustituir las prácticas invasivas – ya sean culturales o tecnológicas- por otras más conscientes, centradas en la convivencia entre especies distintas, miembros de una expandida familia post-humana.
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Mugalari / suplemento cultural del diario Gara, el 10 de noviembre de 2007.
Imagen:
Patricia Piccinini, “The young familiy”
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CC Ptqk 2007

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